La Iglesia católica de Ecuador tiene dos nuevos venerables
2025-07-31
El papa León XIV aprobó el decreto de reconocimiento de venerables de Mons. Alejandro Labaka y la Hna. Inés Arango. Lo hizo durante la audiencia al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos.
Con auditorio lleno, el 30 de julio en la Catedral antigua de Cuenca se llevó a acabo la conferencia “Testimonio de fe y misión de los venerables Mons. Alejandro Labaka y Hna. Inés Arango en el cuidado de la casa común”, a cargo de Mons. Adalberto Jiménez, Obispo del Vicariato apostólico de Aguarico.
Labaka y Arango fueron dos misioneros capuchinos que murieron a manos de indígenas en la amazonía ecuatoriana el 21 de julio de 1987. Ambos, siervos de Dios, fueron recientemente declarados venerables por el papa León XIV, lo que es una gran noticia en el proceso de su canonización.
Las figuras de Labaka y Arango cobran especial relevancia por su aporte en la misión de evangelizar sin desligarse del papel del cuidado del medio ambiente. Ambos eran santos, estaban enamorados de Jesucristo y vivieron la pasión de Dios en medio de pueblos no contactados..
Según los relatos, estos misioneros se prepararon mucho para entrar a evangelizar en esta zona. Tuvieron que aprender la lengua y “ensayaban para acostumbrarse a estar naturalmente desnudos”.
En su misión se convirtieron en defensores de la casa común y los pueblos aborígenes de la zona.
Mons Labaka y la Hna. Arango entraron a mediar en un conflicto con las empresas petroleras y los grupos no contactados tagaeri y taromenani. Su anhelo era que se preserve la vida de estos pueblos, lamentablemente estas comunidades no entendieron la misión y agredieron con lanzas a los misioneros, causándoles la muerte.
Mons. Adalberto Jiménez hace una precisión importante, Labaka y Arango no son mártires, no mueren por odio a la fe. Su martirio es diferente. Entregaron su vida para mediar y salvar a estos pueblos. Ellos alientan el caminar de la iglesia en la amazonia, una zona olvidada.
La amazonia que comparten nueve países, ha sido vista como tierra de sacrificio, tierra a depredar. Labaka y Arango deciden evangelizar en esta zona abandonada, pero les animaba saber que allí estaba Dios y deciden entregarse a los pobres, reflejados en los pueblos aborígenes de la amazonía.
La amazonía, una zona amenazada por la depredación maderera, petrolera y minera, nos lleva a tomar una postura de discernimiento y nos lleva a mirar cómo vivimos esa relación con Dios y su obra creadora.
De esto nos viene hablando la iglesia desde hace muchas décadas, con los papas Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y León XIV. Una muestra de ello son las encíclicas y exhortaciones como Laudato Sí, Laudate Deum, Evangelii gaudium, Querida Amazonía y otras.
Leonor Peña Cueva